viernes, 27 de julio de 2007

Una reacción...

Es una reacción, aunque me gustaría creer que es una acción espontánea para decir con ímpetu: ¡¡De mí ha surgido sin influencia de nadie!! Gustoso oiría a alguien decirlo, ¡¡Pero qué difícil es!!, es cosa de tomarse unos cinco minutos, sentarse tranquilamente, asumir una postura de ser pensante y comenzar a observar para darse cuenta.

En un principio parecerá obvio, pero es la costumbre la que nos hace pensar en obviedades: ¡¡Estamos rodeados de seres humanos!! Y no solamente de ellos, también de su producto. Es difícil hayar ya un espacio virgen en el cual seamos, cada uno de nosotros, los primeros en habitarlo y desde donde no se pueda ver a otro ser de nuestra especie. Solo a alguien que haya estado bajo estas condiciones creería escuchar en su voz, la voz de la espontaneidad, de la acción, de la naturaleza. Vale decir en este punto que en estricto rigor todo nuestro entorno sea cual sea genera reacción en nosotros, sin embargo hemos ido perdiendo poco a poco esa reacción de la cual surgió el hombre pues hemos anulado la acción, me refiero a la proveniente de la naturaleza propiamente tal.

Pero, ¿Por qué aislarse?

Porque la agresividad del producto humano está en que todo es expresión, todo lo humano quiere decir algo atragantado que a través de nuestros sentidos se transforma en un bullicio mental, una interferencia de un pensar limpio y tranquilo.

El problema está en que fundamentalmente no tenemos la opción de separarnos de la sociedad ya que esta misma no la da. De alguna forma estamos amarrados a ella, ya sea por una tarjeta de crédito, otra con un número llamado “rut”, por una cuenta o una propiedad que pagar… un camuflado sistema de monitoreo. La forma de vida independiente ya casi no existe.

¿Pero qué reacción ha sido la tuya para escribir de esta manera?

Mi reacción es mi meta: mi soledad, mi venganza, mi compañía, mi condicionamiento, mi pensar, mi amor…